1. La conciencia de la pérdida inmanente.
2. La búsqueda de significado.
3. La experiencia de influencias culturales: carencia de apoyo.
4. Las interacciones fallidas con los servicios médicos: trato indiferente y falta de ayuda.
5. El superar la experiencia y seguir adelante.
Para investigar los aspectos interculturales y multiculturales con referencia al cuidado de mujeres que sufren pérdida del embarazo, Yuria Celidwen, mexicana de ascendencia indígena, abordará el ritual cultural y religioso del Día de Muertos como una posibilidad de contrarrestar la soledad y la falta de apoyo social para las mujeres hispanas que sufren pérdida del embarazo.
Cuando los seres humanos tienen balance con la naturaleza, alcanzamos un mejor entendimiento de nuestra conducta y de nuestra relación con otros y con el entorno. Así incrementamos nuestra compasión y participación activa en la comunidad. La muerte revela el grado en que los eventos naturales son el vehículo primario de un poder transformador.
La muerte está caracterizada por transición y adaptación. No es sólo el fin de la vida, sino el comienzo de una nueva identidad. La muerte sugiere la capacidad creativa y el sentido de compasión de la humanidad, ya que despierta la conciencia de la interdependencia de los seres vivos. El nacimiento y la muerte son etapas en la vida que ofrecen la oportunidad de transformación a través del ritual.
Crear un ritual es dejar el espacio habitual para establecer y respetar nuevos límites y responsabilidades. En él, encontramos una posición con relación al estado previo y al siguiente. Los rituales de nacimiento son joviales, pero los de muerte suelen ser sombríos y tristes. La importancia de tener rituales más alentadores con respecto de la muerte implica el abrir posibilidades de liberación y regeneración de los efectos de la aflicción. El ritual ofrece la oportunidad de elegir conscientemente la reintegración desde la pena, pérdida, y confusión, hacia la armonía, la serenidad, y el crecimiento. La tradición del Día de Muertos ofrece esta llamada a la acción del ritual, a la regeneración, y al renacimiento.
Día de Muertos
La celebración mexicana del Día de Muertos —que fue proclamada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2003— se lleva a cabo del 31 de octubre al 2 de noviembre de cada año. Es la principal celebración de la conciliación de los aparentes extremos opuestos: la vida y la muerte. Este puede ser definido como un ritual de transición, según la clasificación de Van Gennep (The Rites of Passage), ya que el ritual sigue las etapas de la vida de una persona. Es también un ritual de evolución desde lo profano a lo sagrado —como sugieren tanto Eliade (The Sacred and the Profane) como Gennep (Belmont). Es también mi celebración favorita, ya que crecí sumergida en la vibrante poética de esta tradición. A pesar de haber vivido en distintos países, esta es la celebración que devotamente practico. Donde quiera que esté busco maneras de compartir esta tradición con la cultura que me albergue.
Los mexicanos encarnan los aspectos joviales de la vida honrando los pasajes a través de ella con un festival de exaltación sensorial que incluye alimentos y bebidas, las artes, y la música. Las celebraciones son muy elaboradas, se centran principalmente en la elaboración de una ofrenda, en la preparación de alimentos, y de visitas nocturnas a los cementerios para compartir con los difuntos en sus moradas de descanso.
Una manera de ver la celebración es que las ofrendas y los cementerios son espacios de encuentro que hablan del mágico realismo de la cultura mexicana. Se cree que los espíritus de los muertos comparten la celebración con los vivos. Es una celebración de lo que llamo “encarnación espiritual”. En la noche del 1 de noviembre, los espíritus visitan los altares, y disfrutan de la esencia de los alimentos que se les han dejado. Luego, a la mañana siguiente los vivos comparten estos alimentos. De esta manera, los difuntos y los vivos se reúnen en celebración, uno se deleita con la esencia, el otro con la materia.
Como un festival de remembranza, el Día de Muertos es un recipiente comunal para procesar la pérdida y la pena emocional de una manera que es celebratoria de la vida y sus ciclos. Es un proceso de creación de significado de la realidad inevitable de la impermanencia. A través de la cualidad performativa del ritual, la comunidad hace las paces con el continuo aparecer y desaparecer de todos los fenómenos; y cada uno enfrenta su propio futuro deceso.
Este no es un ritual de duelo, sino un ritual emotivo de jovialidad comunal. Se enfrenta la pérdida de manera social, ya que ofrece una oportunidad de dialogar con el dolor de una manera segura y festiva. Se puede decir que es un ritual de trascendencia en comunidad, ya que la gente conecta con los vivos e incluye a los muertos. La gente invita a sus energías psíquicas asociadas con la muerte y motivadas por las memorias, las historias, y los objetos; y la comunidad provee un contenedor seguro para enfrentar y liberar esas energías a través de experiencias sensoriales y de lenguaje.
Todos los miembros de la familia se involucran en las festividades, los niños, los adultos, y las personas mayores por igual. Todos tienen contribuciones valiosas que hacer, lo que provee expresiones de sus maneras de enfrentar la muerte. El poner la ofrenda constituye un contenedor de estas expresiones emocionales. Los niños se comienzan a familiarizar con el significado de la ausencia. Los adultos encuentran liberación del dolor emocional y psicológico, y a través del ritual se canaliza el sufrimiento de una manera constructiva. Para las personas mayores, este es un proceso de contemplación al revisar sus vidas y al enfrentar su propia muerte. El Día de Muertos es una celebración de vida, y de la aceptación de la vida tal como es, y no como nos gustaría que fuera. Es una celebración para hacer sentido del proceso de creación y de trascendencia a través de la sublimación de la vida: así como una vida cesa, otra se despierta.
Esta celebración es una compleja mezcla de prácticas que también coincide con el período de cosecha de maíz, frijol, y calabaza, los alimentos básicos en México. Estas festividades representan no sólo una mezcla de costumbres urbanas y rurales, sino también el origen mestizo de la población mexicana, que combina los elementos de tradiciones multiétnicas y pluriculturales del país.
Entre las mitologías indígenas del centro de México está el viaje al Inframundo, a un lugar llamado Mictlán, la Tierra de los Muertos. La travesía inicial toma cuatro días, luego de la cual, al llegar al Mictlán el viajero ofrece regalos a los Dioses de los Muertos, Mictecacíhuatl y su esposo Mictlantecuhtli. Dependiendo de la vida que llevó la persona, irán a uno de los nueve niveles del Mictlán. Ahí reposarán por otros cuatro años en los que pasan pruebas de purificación hasta que finalmente llegan al más profundo de los niveles, el lugar del eterno reposo, llamado Chiconahualóyan o “lugar de las nueve aguas”. Entre los diferentes niveles hay un lugar llamado Chichihualcuauhco, que es la morada de los bebés difuntos. En este lugar hay un gran árbol amamantador con flores y frutos en forma de pechos maternos de los que fluye calostro fresco (la leche materna para amamantar a los recién nacidos). Las almas de estos infantes permanecen en este lugar revitalizante hasta que es tiempo de que regresen a la vida.
La muerte es un proceso humano que provee la máxima experiencia de vulnerabilidad. El ritual del Día de Muertos ofrece una extraordinaria oportunidad para cuidar de nuestra angustia y de los temores provocados por la muerte de nuestros seres amados y de nuestra propia muerte. De ahí que, al crear lugares de ritual seguros para hacer amistad con nuestras preguntas existenciales y con nuestra melancolía, cultivamos nuestra salud mental y mejoramos nuestra capacidad relacional. Esto se vuelve especialmente importante al enfrentar pérdidas que no son compartidas y de las que no se habla abiertamente, como es el caso de la pérdida del embarazo.
El aborto espontáneo es más común de lo que imaginamos. Alrededor del 15 al 20 por ciento de los embarazos se pierde en el primer semestre en los Estados Unidos (Cohain, Buxbaum and Mankuta). Sin embargo, la percepción del aborto espontáneo es extensamente confusa. Las parejas usualmente lidian con la pena en silencio, y mayormente en aislamiento. Esto deja a ambos miembros de la pareja propensos a la depresión y a la crisis emocional y psicológica. Las mujeres se sienten profundamente inadecuadas, incompetentes, y sufren un abrumador sentimiento de culpa, constantemente preguntándose si ellas han causado la pérdida. Un escandaloso 60 por ciento de las parejas que sufren una pérdida del embarazo se separan dentro de los siguientes tres años (Gold, Sen and Hayward).
En mi propia experiencia de sufrir la pérdida del embarazo dos veces—y el término de la relación al año de la pérdida—encontré y continúo hallando en el Día de Muertos un contenedor para enfrentar la pena de una manera tangible. He sido capaz de encarnar el dolor canalizándolo a través de una expresión creativa que involucra la naturaleza, la música y las artes. Un espacio rodeado de naturaleza continúa alimentando el lazo con mi bebé. Le toco música y le canto —como lo hice cuando estaba en mi vientre— para que descanse en paz al sonido del agua corriente del río. Yo sé que descansa en las raíces de una planta sagrada, nutriendo con su amor a otro ser, y bebiendo de la leche del árbol de frutos de la vida.
A través de este ritual encontré un espacio para dialogar con mi experiencia —mi apego a las esperanzas no cumplidas y la aceptación de un futuro perdido— y con las pocas memorias que tengo de ella (que parecía reír cuando cantaba, los santos que la bendijeron en mis sueños; lo que noté diferente de antes de que estuviera en mí). El lazo físico que tuve con ella sigue, espiritualmente, aquí. Me abracé, como la abracé a ella, con cariño continuo y compasivo, hasta que llegó el momento en que pude dejar ir, serenamente, el dolor. Encontré aceptación de la pérdida e hice las paces con los ciclos de la vida y de la muerte. El ritual mismo es el árbol a través del cual la Madre Vida fluye su vía láctea para endulzar otra vez mi corazón.
1) Establecer espacios seguros de apoyo.
Estos lugares pueden cultivarse a través de prácticas rituales comunales, ya sea en centros ceremoniales o espirituales, o en el trabajo. Estos espacios de apoyo pueden hacerse disponibles para la comunidad como parte de iniciativas organizacionales, y no tienen que ser específicos de una cultura.
2) Hacer disponibles espacios comunales.
Espacios seguros de apoyo pueden tomar muchas formas. Capillas, salas de meditación, cuartos de oración son buenos ejemplos, pero es clave que se establezcan lugares donde se estimule el sentido de la comunidad y de la comunicación. De esta manera la comunidad puede intercambiar experiencias en un ambiente compartido que ofrece cuidado atento y compasivo. Espacios comunales seguros y abiertos son espacios respetados en que los humanos comparten su humanidad y vulnerabilidad.
3) Crear anillos de reciprocidad dentro de nuestras comunidades.
Estas iniciativas cultivan comunidad y ayudan en asegurar los lazos compartidos y fortalecen los sistemas de apoyo. Las reuniones de miembros conectan a unos con otros y desarrollan sus sistemas de apoyo. Dentro de estas comunidades los problemas se comparten, y la ayuda se solicita. Los miembros ofrecen su ayuda de manera tangible dentro de sus posibilidades.
4) Hacer disponible ayuda psicológica y cuidado espiritual.
Debemos enfatizar el valor de la salud mental y espiritual. Estas formas de apoyo tienen un impacto tremendo en el bienestar de la gente, y tienen efectos duraderos en cómo la gente supera los eventos adversos de la vida.
Los aspectos importantes son el fortalecer los lazos de la comunidad, la salud mental, y el apoyo espiritual. Cuando compartimos nuestra humanidad desarrollamos conciencia de nuestra vida en común:
- No tenemos que enfrentar nada en aislamiento;
- El compartir la pena con otros facilita el hacer sentido de la pérdida;
- Se puede encontrar significado en la adversidad;
- Se puede ser resiliente; y
- Podemos estar abiertos nuevamente a la felicidad.
Belmont, Nicole. "Gennep, Arnold van." 2a. ed. Vol. 5. 2005. Encyclopedia of Religion. Ed.
Lindsay Jones. Macmillan Reference USA. <http://go.galegroup.com.pgi.idm.oclc.org/ps/i.do?id=GALE%7CCX3424501154&v=2.1&u=carp39441&it=r&p=GVRL&sw=w>.
Cohain, Judy Slome, Rina E. Buxbaum y David Mankuta. Spontaneous first trimester miscarriage rates per woman among parous women with 1 or more pregnancies of 24 weeks or more. 22 dic. 2017. BMC Pregnancy childbirth. <https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5741961/>.
Eliade, Mircea. The Sacred and the Profane. Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich Publishers, 1957.
Gennep, Arnold Van. The Rites of Passage. Chicago: University of Chicago Press, 1960.
Gold, Katherine J., Ananda Sen y Rodney A. Hayward. Marriage and Cohabitation Outcomes After Pregnancy Loss. 5 abril 2010 . https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2883880/.
Miembro de la Iglesia Luterana Evangélica de América, Joseph Lee Paxton es Consejero ICTG además de estar haciendo estudios doctorales en teología práctica en la Escuela de Teología Claremont. Su investigación actual incluye áreas de psicología clínica comunitaria, cuidado pastoral, acercamiento social y científico a la interpretación bíblica, grupos de proceso, conflicto espiritual, superación y actitudes. |
Este artículo es de co-autoría con Yuria Celidwen, candidata a doctor en estudios mitológicos y psicología cultural en Pacifica Graduate Institute. Yuria es nativa de Chiapas (México), su investigación se enfoca en la ética y la compasión dentro de las mitologías del mundo y las tradiciones místicas desde una aproximación interdisciplinaria que une razón y emoción, investigación científica y ciencias contemplativas. Entre sus intereses están el desarrollo de la identidad en narrativas personales y culturales, la experiencia de lo divino, y la cultivación de altruismo y conciencia por la justicia social y ambiental. Copreside la unidad de Psicología, Cultura y Religión, y es Liaison del Caucus de Mujeres a la Junta de la Academia Americana de Religión en la región Occidente, y trabaja para las Naciones Unidas en Nueva York. |